mariano Rajoy garantiza que Kutxabank seguirá estando gestionado por las cajas de ahorro vascas. Y a partir de esta afirmación ya podemos echarnos a temblar porque, les confieso sinceramente, me gustaría creer al presidente español, pero su trayectoria en este primer año mariano es que hoy promete una cosa y mañana hace todo lo contrario. Claro que tampoco son muy creíbles mensajes navideños como los de Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, al asegurar que "2012 fue todavía difícil, para mí este año ha marcado el punto de inflexión, estamos todavía aquí en Europa, saliendo paso a paso de la crisis del euro hacia el crecimiento y la creación de empleos".

Suenan bien las palabras de uno y otro, pero centrémonos en la respuesta de Rajoy a la pregunta que el pasado miércoles planteó en el Congreso de los Diputados el nuevo portavoz del PNV, Aitor Esteban, sobre el futuro control de Kutxabank. "Es un acto de justicia", señaló el presidente del Gobierno español para garantizar que no todas las cajas recibirán el mismo trato porque "la buena gestión" de las entidades de ahorro vascas merecen un reconocimiento frente a las prácticas opacas y quizás fraudulentas que han obligado a pedir un rescate a Europa para impedir todo un colapso del sistema financiero español.

Leyendo estas líneas no debiera haber temor alguno sobre el futuro de Kutxabank, máxime cuando el propio Rajoy se pregunta "¿por qué razón quien lo hace bien no va a poder seguir siendo mayoritario en el capital?". Sin embargo, permítanme no compartir semejante optimismo, pese a desearlo, porque los deseos no siempre son compatibles con la realidad y el sentido común. Hay varias razones para dudar de Rajoy. La primera es la credibilidad ganada a pulso a lo largo de este primer año mariano marcado por el incumplimiento de todas y cada una de las promesas realizadas desde que se abriera la veda electoral al final del verano de 2011.

Por tanto, no echemos las campanas al vuelo. La respuesta parlamentaria de Rajoy no debería sembrar incertidumbres si no fuera porque tras afirmar o garantizar cualquier acción o medida, el presidente del Gobierno español ha hecho todo lo contrario, empezando por una reforma laboral que lejos de crear empleo lo ha destruido y terminando por las pensiones.

Sobre esa falta de credibilidad de Rajoy gravita, como si fuera la espada de Damocles, la realidad supranacional europea, cuyo Consejo preside Van Rompuy, bajo el control de Merkel y con el guión escrito por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI), la misma que marcó las condiciones para el rescate de la banca española en un documento conocido como Memorándum de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés Memorandum of Understanding), aceptado y firmado por el Gobierno español el pasado 9 de julio con una letra pequeña que impone al sistema financiero y a su gobierno una serie de condiciones y reformas estrictas.

Así, por ejemplo, el punto 23 del citado documento MoU señala que "las autoridades españolas prepararán para finales de noviembre de 2012 normas que aclaren la función de las cajas de ahorro en su calidad de accionistas de entidades de crédito, para, en último término, reducir su participación en las mismas hasta un nivel no mayoritario. Es más, las autoridades propondrán medidas para reforzar las normas de idoneidad de los órganos de gobierno de las cajas de ahorros y para adoptar requisitos de incompatibilidad para los órganos de gobierno de las antiguas cajas de ahorros y los bancos comerciales bajo su control".

Como se puede comprobar, el texto nada dice sobre si semejante medida es sólo para las entidades de ahorro que necesiten ayuda o para todas las que integran el sistema español, aunque hayan superado con buena nota el examen de Oliver Wyman (30 de septiembre) que determinó la cuantía de las ayudas para evitar el cierre de algunas entidades. Una vez más, el argot comunitario elude la concreción y deja afirmaciones o medidas con varias posibles interpretaciones.

Y es aquí donde se alimentan los mayores temores porque la historia de la UE desde su fundación está repleta de negociaciones en las que se han utilizado temas colaterales como moneda de cambio para alcanzar otros objetivos.

En consecuencia, el escenario que nos ocupa y preocupa cuenta con actores como un Gobierno débil (Rajoy) que tendrá que pedir un rescate para el conjunto de la economía española y someterse a los deseos de otro actor como Alemania, sin poder salirse del guión escrito por el director de escena (la troika). Llegados a este punto, ¿qué capacidad de maniobra tiene Rajoy para vulnerar un documento ambiguo en su interpretación como el MoU firmado para salvar a las entidades ahorro en dificultades? ¿Servirá para algo el precedente de la buena gestión que se ha realizado en Kutxabank? O, por el contrario, ¿tendrá que ceder la mayoría de su capital social a entidades privadas?

De momento, lo único claro es que se cierra este primer año mariano con todas las promesas incumplidas, razón por las que toda afirmación o garantía de Rajoy deben ponerse en cuarentena. La cuestión no es baladí porque está en juego uno de los factores que pueden y deben dar músculo a la economía vasca, facilitar su recuperación y propiciar la creación de empleo.

Por todo ello, sería bueno abandonar esa estrategia dialéctica de las buenas palabras y mejores promesas si no hay garantías de que se pueden cumplir.

Pese a todo, feliz Navidad.