la crisis más complicada del Oriente Medio (el empeño iraní de desarrollar al margen de la comunidad internacional una industria nuclear) vuelve a encarar una salida ya que Teherán y la ONU han reanudado el diálogo.
Tras la reunión de la semana pasada en Estambul de los delegados de las seis grandes potencias -EE.UU. Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania- con los representantes iraníes, ambas partes ha acordado un nuevo encuentro el próximo 23 de mayo en Bagdad.
Más que la nueva cita, lo que inspira ahora cierto optimismo es que en ese encuentro de ambas partes -el primero en un año- nadie planteó exigencias maximalistas. Así, los occidentales se mostraron dispuestos a reconocerle a Teherán el derecho a tener un ambicioso programa nuclear para usos pacíficos, en tanto que los iraníes se avienen a dialogar sobre la reconversión de sus reservas de uranio enriquecido en mero combustible para reactores nucleares. Hace un año ambos temas habían bloqueado las conversaciones ante la mutua intolerancia.
Esta flexibilización de las posturas se debe en parte a las dificultades económicas iraníes, causadas por las sanciones occidentales; y, en el otro bando, se deben al miedo de un bombardeo preventivo israelí de las centrales nucleares iraníes, con la consiguiente crisis internacional.
A las dificultades económicas iraníes hay que sumar los problemas externos e internos del país. En el interior los ayatolás están divididos entre si y, además, enfrentados a un amplio sector de la sociedad que soporta cada vez peor los rigores cotidianos de un régimen teocrático cuya política empeora día a día el nivel de bienestar nacional..
Y en el exterior, la secular rivalidad entre suníes -hoy en día encabezados por Arabia Saudí y los reinos musulmanes del Golfo Pérsico- y chiíes, acaudillados por Teherán, se halla en un punto álgido a causa de la grave crisis política siria. El Irán teme que se forme una coalición general contra Asad para romper el "cinturón chií" del Oriente Medio (Irán, Siria, Hizbolá en el Líbano y Hamás en la Franja de Gaza), un evolución que afectaría seriamente el prestigio y con ello, también la estabilidad del actual Gobierno iraní. Esta coalición general no se produjo hasta ahora porque Riad y los Emiratos creían que aún no se había aislado políticamente lo bastante a Teherán como para imponerle un ultimátum o ahuyentarle a sus aliados del Oriente Próximo. Y esto podría ser el caso ahora si el Irán seguía en sus trece de mantener más o menso oculta su industria nuclear, incrementando así las sospechas de que tras ella se esconde un plan para dotar al país de armas atómicas.
De todas formas, no hay que olvidar que el Irán dispone solamente de unos cien kilogramos de uranio enriquecido al 20%, Esta cantidad y concentración no sirven para fabricar bombas nucleares, aunque la capacidad de enriquecimiento del uranio puede pasar en poco tiempo del 20% al 80%, porcentaje imprescindible para fabricar armas nucleares.
En cuanto al uranio destinado a combustible nuclear, este sufre un enriquecimiento de tan sólo el 3,5%; el del 20% sólo sirve hoy en día para usos medicinales.