El suelo está contaminado, ¿quién lo descontaminara?; el descontaminador que lo descontamine, buen descontaminador será. ¡Al fin se deshizo el trabalenguas! Durante cuatro largos años -los años, como ustedes ya sabrán, tienen una rara cualidad: son flexibles. Y cuando son felices se hacen cortos mientras que parecen dilatarse en las esperas...- numerosos vecinos de Barakaldo han esperado (y se han desesperado...) a que el proyecto Puerta Bilbao se entornase y dejase entrar una lengua de luz y algo de aire fresco sobre el castigado barrio de Lutxana, aquel en el que se libró, siglos atrás, la conocida como Batalla de Luchana, y donde se frenó al ejército carlista que avanzaba sobre Bilbao. De aquel suceso quedó un reguero de calles y plazas bajo el nombre de Luchana.

Ya no queda nada de aquel brillo ni de la masificación vivida durante los años de esplendor industrial. Incluso la más funesta herencia de aquel pasado fecundo de hierro y mineral cayó sobre aquellas tierras que parecían condenadas a una maldición: el suelo libre estaba envenenado, como si hubiese mordido la manzana de Blancanieves. Se supo cuando ya habían puesto sus ojos sobre aquel suelo las promotoras y su esperanza (su esperanza se apellidaba 30.000 euros...) los cooperativistas. Iban a construirse, en régimen de VPO, viviendas de alcance para gran parte de los bolsillos. Pronto las siglas cobraron otro significado (en un baño cercano leí, hace ya un tiempo, un grafiti que decía VPO=Vaya Putada al Obrero...) y parecía que nadie iba a dar con la llave que abriese Puerta Bilbao.

Hoy, al parecer, se arroja luz sobre el asunto desde el Ayuntamiento de Barakaldo, municipio al que se le va quedando viejo el adjetivo de fabril. El alcalde ha anunciado a los cooperativistas, a través de una televisión local, que la calidad del suelo donde antaño se acostaba Sefanitro ha mejorado una barbaridad. Atrás quedan ya los días en que cualquier imitador de Hugo Chávez hubiese acertado al gritar ¡Aquí huele a asssufre!