los disturbios étnico-religiosos de Nigeria - más de 500 muertos en el año 2011 y un cincuentena en el 2012 - pueden explicarse con el viejo adagio de que "…entre todos la mataron y sola se murió…". La violencia y el descontento se deben al encarecimiento de la vida, los abusos de la soldadesca, la incompetencia gubernamental, la intolerancia de los islamistas del norte del país y una endémica querencia a la violencia.

Naturalmente, de todos estos factores, el encarecimiento de la vida y la incompetencia gubernamental son decisivos. Sobre todo, esta última. Porque Nigeria, que es uno de los grandes productores africanos de petróleo (dos millones de barriles diarios) tiene que importar gasolina y diesel y subvencionar el precio de los carburantes. La decisión del Gobierno de suprimir a partir de este año dicha subvención ha encarecido los transportes públicos y ha cortado de cuajo el contrabando de gasolina del que vivían muchos poblados de las fronteras con Togo, Níger y Benín

El fracaso gubernamental también es de órdago. No sólo no sabe cómo atraer capitales extranjeros al país (por ejemplo, para instalar refinerías) , sino que parece haberse olvidado de la facilidad con que los nigerianos entran en delirios de matanzas. Del 1967 al 70 el país sufrió la guerra civil de Biafra que se saldó -por lo bajo- con un millón de muertos. Entonces se luchó por el maná del petróleo y por la supremacía tribal, con las discrepancias religiosas en segundo plano.

Hoy estas son un factor primordial debido al auge del radicalismo islámico (aunque en Nigeria no esté demostrado que actúe Al Qaeda). El norte musulmán ya no solo pretende mandar como en aquella guerra civil, sino que ahora quiere llevar a cabo una radical reforma racista y cultural: echar de allá a las minorías cristianas (que ya han comenzado a huir de las provincias nororientales) y más aún, todos los vestigios de la civilización blanca.

El grupo terrorista responsable de la inmensa mayoría de las muertes actuales se denomina "Boko Haram", cuya traducción al castellano sería "la cultura occidental está prohibida". Es una organización racial y religiosa, pero su intolerancia no es una exclusiva del islamismo nigeriano. En el sur cristiano se están registrando estos días huidas masivas de habitantes, todos musulmanes que temen ser víctimas de las venganzas sureñas.

Para más inri, el mismo presidente -Goodluck Jonathan- es un cristiano del sur nigeriano y había visto de cerca en el Gobierno del fallecido presidente Olusegun Obanio (1999 a 2007), como este había pacificado el país y sentado los cimientos para un vertiginoso resurgir económico de la República. Pero Jonathan pertenece a la especie de políticos que hablan mucho y no emprenden nada. Se hartó de decir que lucharía con mano dura contra todos los grupos guerrilleros ("Boko Haram" no es el único, aunque sí el más importante), pero no emprendió ningún programa coherente de pacificación. Se limitó a mandar tropas al centro y norte del país, una soldadesca indisciplinada de la que no se sabe decir si asesina más que pilla o al revés, echando así a la población civil en manos de los islamistas radicales.

Para colmo de males, Jonathan no puede contar ni con la tropa ni con las grandes tribus -los yoruba y los ibo en el sur y los Hausa Fulani en el Norte- que tradicionalmente han mandado en Nigeria. Él es nativo de la atrasada (por abandonada) zona del delta y pertenece a la tribu "menor" de los Iaw, que en la política del país jugaron siempre un papel secundario.