Rescate de Grecia o riesgo de bancarrota europea; Valeriano Gómez, ministro de Trabajo, acusa a la banca de causar la crisis, Elena Salgado, ministra de Economía, la defiende; El Pacto del Euro, cuyas medidas se firmarán el próximo día 27, recorta las prestaciones sociales, sube los impuestos y favorece a la banca; Botín, el principal banquero español, camino de la Audiencia Nacional; Fuerte incremento de la deuda pública vasca; Indignados, hipotecas y desahucios?, etc... Demasiados nombres propios como protagonistas y demasiados conceptos confusos en una semana que se cierra con el acuerdo in extremis entre Merkel y Sarkozy para tratar de poner una venda a la sangría griega cuando lo que realmente necesita muchos puntos de sutura para evitar lo que parece inevitable.

Se ha dicho de todo respecto a todos, aunque empleando un lenguaje que, con la pretensión de ser elegante o poco sensacionalista, termina por ser un extravagante ruido mediático que aturde e impide ver con claridad qué es lo que está ocurriendo en realidad. Un ejemplo lo tenemos en Grecia. Camina hacia el segundo rescate, tras el fracaso del primero que terminó contagiando a Irlanda y Portugal. Se habla 'reestructurar' su deuda pública. Un eufemismo que oculta lo que es un secreto a voces porque, como dice el historiador económico Barry Eichengreen desde la universidad californiana de Berkeley, "Grecia no puede pagar. Es imposible, se pongan como se pongan Bruselas, París, Berlín y el Banco Central Europeo".

Otros economistas coinciden con esta opinión. Sin embargo, los políticos ponen énfasis en un acuerdo para dar luz verde a la liberalización, dentro de unos días, de otros 12.000 millones de euros para cubrir los vencimientos de la deuda pública de un país (Grecia) que ha destinado 22.000 millones a gasto militar en los últimos 3 años y que ahora tendrá que imponer a la población civil un duro ajuste de 28.000 millones en 4 años, la venta de activos públicos por valor de otros 50.000 millones y la destrucción de 150.000 empleos públicos. Frente a todo ello, no es extraño la protesta generalizada de los griegos, que tienen que hacerse cargo de la factura de un déficit público generado por un gasto desmesurado y las ayudas implementadas para ayudar a los verdaderos causantes de la crisis: el sistema financiero.

Las últimas medidas tomadas por la UE, el llamado 'Pacto del euro', pretenden ser un alegato a favor de la austeridad. En realidad son el pretexto para seguir castigando a los trabajadores (salarios ligados a la productividad, flexibilidad laboral o abaratamiento de las cotizaciones sociales); para seguir con la reducción del gasto público (recortes sociales); para aumentar la presión fiscal (IVA e impuestos sobre la energía). Todo ello, se mire por donde se mire, viene a ser la fórmula para cargar en los bolsillos de la ciudadanía el coste de la crisis que se traduce en un empobrecimiento de muchos para el enriquecimiento de unos pocos.

La sociedad se siente atrapada entre el miedo y la indignación. Unos están sin trabajo (especialmente los jóvenes), otros temen perderlo. Por ello, muestran su indignación en las calles y plazas de Europa criticando la irresponsabilidad de los Gobiernos de los países con mayores riesgos y sus respectivas oposiciones, incapaces ambos de poner fin a la desmesura del sistema financiero y de las grandes empresas. Los sindicatos, por su parte, han convocado manifestaciones para esta semana en toda la UE. Pero todo quedará en eso?, en manifestaciones públicas. Ineficaces en la medida que los Gobiernos europeos sigan por la senda de plantear medidas simbólicas pero sin ponerse de acuerdo en la regulación financiera, la armonización fiscal y el control de los mercados.

Y cuando no son medidas simbólicas, llegan las acusaciones a la banca (Valeriano Gómez y Felipe González), junto a la posibilidad de que Emilio Botín se siente en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional. Empero?, ¿tiene algún interés para los que han perdido su vivienda por impago el que un ministro diga que la banca es la causante de la crisis, cuando lo sabemos desde hace casi cuatro años? Por otro lado ¿acaso alguien cree que se puede generar empleo por una hipotética y difícil condena del presidente del Banco Santander por evasión de impuestos? Hay demasiadas declaraciones hipócritas en medio de un escenario social cada día más conflictivo y muy pocas actitudes responsables.

No nos engañemos, el ruido mediático creado en torno a esta hipocresía política trata de desviar la atención sobre los temas que preocupan a la sociedad, como la sanidad, la educación, las pensiones o las prestaciones sociales. Es cierto que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero no menos cierto es que la crisis no tiene su origen en los salarios de los trabajadores, ni en las pensiones, ni en las prestaciones sociales. Los Gobiernos, al igual que la banca, piden ahora austeridad, pero son incapaces de aplicarla a sí mismos.

Sin ir más lejos, ahí está el ejemplo del Gobierno Vasco, que hace dos años se hizo cargo de la gestión del gasto público y ha sido capaz de incrementar la deuda pública vasca en 5,5 veces más, pasando de 894 millones de euros (1,3% del PIB) al final de la legislatura de Ibarretxe, a 4.918 millones (7,3% del PIB) en el ecuador de la gobernanza de López. Un incremento tan extraordinario como ineficaz, tal y como se puede apreciar en materia de inversión o creación de empleo.

A nivel europeo, español o vasco, está justificada la indignación de la sociedad, pero estamos atrapados en un sistema económico que no soluciona los problemas. En el mejor de los casos, los aplaza para más adelante.