pasan los días, semanas y meses sin que los pequeños atisbos de recuperación, publicitados a golpe de grandes afirmaciones, otrora brotes verdes (dixit la ministra Salgado), se consoliden en la economía vasca. Todo sube (precios de los alimentos o los carburantes, desempleo, tasas de interés de los créditos bancarios) menos el consumo, los sueldos o las pensiones. Pero estamos en campaña electoral, que es tanto como decir propaganda partidista en forma de balances optimistas y promesas de un mundo mejor. No importa que la situación empeore o, en el mejor de los casos, esté estancada. Ahora todo vale, incluso confundir subvenciones de emergencia humana con prestaciones sociales, tal y como hizo Patxi López en la última entrevista ante las cámaras de ETB.

Pese a estar, casi en su totalidad, rodeado de periodistas que no pretendieron ponerle en apuros, fue incapaz de responder con una mínima coherencia a preguntas comprometidas que, inevitablemente, tenían que hacerle. No importa que tenga a todo el mundo en contra (incluidos los sindicatos más allegados), salvo sus socios y medios afines. Se mantiene inasequible a las críticas, sea por la inacción de su Gobierno, sea por la ausencia de una política económica. Ni el más mínimo indicio de autocrítica. Todo es autocomplacencia a la hora de hacer balance de estos dos años en Ajuria Enea.

La culpa de todos los males que aquejan a la sociedad vasca la tienen los otros, los que estuvieron antes, aunque los datos socio-económicos contradigan semejantes aseveraciones. Patxi López hace gala de su autismo, definido (para evitar malos entendidos) como la tendencia a desinteresarse del mundo exterior y a ensimismarse, para proclamar a los cuatro vientos televisivos que "niego la mayor", cuando le preguntan sobre los escasos resultados positivos de su política económica para salir de la crisis. Así, cuando habla del paro, señala que si hay aumento en el paro se debe a la mala contabilidad que llevaban otros.

Ensimismado en su mundo y desinteresado del mundo exterior, mantiene el discurso optimista y tras justificar el aumento del paro, asegura que "estamos saliendo de la crisis", poniendo como testigos los datos del Eustat en crecimiento económico, exportaciones e índice de producción industrial (IPI), que son, en efecto, mejores que en 2009, pero muy alejados de los que se registraban en épocas pasadas. Mal, muy mal tendrían que ir las cosas si no se observara cierta recuperación en la industria vasca, teniendo en cuenta que dos de sus principales clientes, Francia y Alemania, son los grandes tractores de la economía europea y evidencian una importante mejoría.

No menos importante es el concepto que tiene Patxi López respecto a las prestaciones que perciben los más necesitados. En este punto, alardear de un aumento del 65 por ciento (2009-2010) en ayudas de emergencia resulta, cuando menos, hiriente, porque no se trata de aumentar las prestaciones a cada familia, sino que crece el número de necesitados.

Dicho de otra forma, cuando organismos como Caritas señalan un aumento de sus servicios en comedores sociales está poniendo de manifiesto una mayor pobreza, lo cual es siempre negativo, de tal suerte que, en el normalizado País Vasco de Patxi López, pasar de 233 (él señaló que eran 260) a 390 millones de euros para este tipo de ayudas, establece un mayor número de personas sin ingresos ni medios para subsistir. En suma, mayor pobreza.

También podríamos hablar de sus declaraciones en el capítulo de I+D+i, en las que asegura una mayor inversión que en ejercicios precedentes. Pero el espacio es finito y mejor será que pasemos página a su intervención en ETB para fijar nuestra atención en otro tema preocupante, como es la guerra del pasivo que están siguiendo las instituciones financieras (bancos y cajas) en relación con los escasos créditos que conceden. En principio, el propio Banco de España ya ha advertido esta semana que los depósitos con intereses por encima de los que marca el mercado están forzando un encarecimiento de los créditos. Es decir, bancos y cajas suben el interés del pasivo pero no reducen su margen de beneficio porque aumentan las tasas de interés que, a su vez, están referenciadas a un Euribor en ascenso.

Pero las advertencias del Banco de España caen en saco roto y cada banco se las ingenia para trasladar al demandante de un crédito los mayores beneficios que puede obtener quien deposite su dinero en sus instituciones. El sistema es sencillo, pago más por el pasivo cobro más por los créditos, dando como resultado es que, en el último año, el interés que se cobra por un crédito nuevo ha aumentado, cuando menos en 1,2 por ciento. Una barbaridad que resta posibilidades a las pequeñas empresas de acceder a los créditos que podrían mejorar los niveles de productividad, tan publicitada desde La Moncloa.

Ya me contarán cómo se puede reactivar el consumo privado o el sector inmobiliario, si aumentan los parados, suben los precios y también los créditos, bajan los salarios o se congelan las pensiones. Una naranja no se puede exprimir de forma permanente. Hay un límite.