Punto final al cortejo penitencial de las cofradías que han procesionado esta semana a ritmo de tambores y en medio de olor a cera e incienso. Pero la cofradía ciudadana no puede decir lo mismo. Persiste e incluso aumenta la penitencia económica. Claro que, a diferencia de los primeros, que viven por voluntad propia su particular alegoría de la pasión de Jesús de Nazaret, los segundos se ven obligados a sufrir la tragedia de la crisis económica que conlleva arrastrar los duros y pesados pasos donde se viven las consecuencias del paro, la congelación salarial, el encarecimiento de las hipotecas y la subida de precios, porque no son representaciones alegóricas, sino penosas realidades.

No importa el tiempo que haga, estas procesiones laborales, económicas e hipotecarias siempre salen. Todos los días de año y a cualquier hora del día y lo hacen con la misma clase de penitentes, la ciudadanía en general, los trabajadores en particular. En todo caso, las cofradías ven aumentar su número porque para ingresar en ellas tan sólo es preciso perder su puesto de trabajo o no poder pagar las hipotecas. Una situación que va in crescendo sotto voce.

Esta pasada semana el cortejo penitencial tiene como protagonistas a las hipotecas y los precios, tal y como se podrá comprobar el próximo viernes, fecha prevista para conocer el desarrollo de los índices adelantados de la inflación y el Euribor en el mes de abril. No se esperan grandes novedades. Es decir, proseguirá la tendencia erosiva para las economías domésticas porque la carestía de precios seguirá más cerca del 4 por ciento en España, muy lejos de la media en la eurozona (2,7%), mientras que el Euribor registrará por noveno mes consecutivo un incremento que le acercará al 2,1 por ciento, lo que significa un incremento cercano a las nueve décimas respecto al mismo mes del pasado año (1,225%). Dicho en términos de liquidez monetaria: precios más caros, hipotecas más costosas.

Paralelamente estamos empezando a conocer los resultados obtenidos en el primer trimestre del año en empresas y bancos, cuyos balances seguirán registrando cuantiosos beneficios, aunque se argumentará que son inferiores a los de 2010. De momento, en el pasado ejercicio, las 35 compañías que forman del Ibex ganaron 51.648 millones, es decir, un 24,4% más que en 2009. No faltará quien trate de victimizarse señalando las diferencias negativas respecto a 2007 (54.567 millones de euros) como si la crisis iniciada entonces no fuera con las empresas y bancos. Si esto fuera así? ¿qué pueden decir las miles de familias que se han quedado sin empleo o se han quedado sin vivienda al no poder pagar las hipotecas?

Se ha dicho, con toda e incontrovertible razón, que esta crisis conduce a un empobrecimiento generalizado de la sociedad occidental. Se asegura que la salida a la crisis pasa por abandonar el tono consumista al que nos habíamos acostumbrados. Se nos pide vivir con mayor austeridad y, para ello, se toman medidas que, como si fuera un ácido corrosivo, degradan el estado de bienestar que ha estado financiado con dinero público. Pero el cortejo penitencial continúa agregando nuevos cofrades para llevar una cruz que, cada día que pasa, se ha hace más pesada. Nadie parece dispuesto a poner freno a la carestía de precios o a la escalada del Euribor.

Bien es cierto que, por ejemplo en el Euribor, los movimientos han sido demasiado bruscos en los últimos años. Así, en julio de 2008. El Europe Interbank Offered Rate (Euribor o tipo europeo de la oferta interbancaria) alcanzó un 5,393 por ciento, mientras que el precio oficial del dinero, que lo marca mensualmente el BCE, era del 4,25 por ciento. Apenas año y medio después, en noviembre de 2009, los bancos que deciden diariamente la tasa del Euribor la colocaron en 1,231%, cuando el precio del dinero era del 1%. Semejantes convulsiones ponen de manifiesto las incertidumbres de la salud económica europea. En un primer momento se encareció el dinero para restar liquidez en un mercado colapsado por la crisis del sistema financiero, después se encareció para tratar de dinamizar el tejido productivo y el consumo.

Conviene señalar el diferencial de tan sólo 0,231% que existía a finales de 2009 entre lo que cobraba el BCE (precio oficial) y el margen (Euribor) que cobran los bancos cuando se prestan dinero entre sí, sin olvidar que las entidades bancarias agregan otro diferencial o margen comercial a la tasa de interés de las hipotecas. Ahora vuelve la penitencia de las hipotecas caras. Así, ese diferencial que en 2009 no llegaba al cuarto de punto se ha convertido en casi 8 décimas, porque el dinero lo pone en el BCE a 1,25% y el Euribor marcaba 2,126 % el pasado jueves, último día con los mercados operativos antes de estas jornadas festivas.

De modo que se vuelve a disparar el Euribor favoreciendo a las entidades financieras y perjudicando al penitente ciudadano de tal suerte que, en la actualidad, un crédito por valor de 150.000 euros a 25 años, concedido o revisado en mayo de 2010 (sin la cláusula de suelo mínimo) registrará un aumento de 60 euros al mes si se "actualiza" este próximo mayo. Lo dicho, penitencia inacabable. Algunos cofrades quizás también utilicen velas o cirios para iluminar la oscuridad de la crisis, pero lo hacen después de comprobar la escalada de los precios en alimentos básicas, luz y gasolinas.