PARA aquellos que se deprimen en Navidad debe de ser insufrible ver la televisión estos días. Hay una competición de empalago y amabilidad entre los distintos canales que no es más que marketing forzoso. La tele añade a los rayantes villancicos las películas de temporada: ¡Qué bello es vivir!, en genuino blanco y negro, Un cuento de Navidad, sobre un relato de Dickens, y esas estúpidas historias de Papá Noel que nos resultan culturalmente exóticas. La diferencia la marcan los christmas de felicitación con que las cadenas cumplen un hito bondadoso de comunicación corporativa. Cuanto más singular es una televisión más necesaria es la emisión de un buen christma. Para ETB y las nuevas cadenas es un compromiso ineludible.
El nuevo spot navideño de ETB mantiene la excelencia de los últimos años (¿ve, Sr. Surio, cómo pueden hacerse bien las cosas sin destruir lo anterior?), con la fusión de lo divertido con lo emotivo y el mestizaje cultural que da paso a versiones pintorescas del horra, horra: rockera, sinfónica, heavy, tanguera, de otxote tradicional, andina, blues, jazz y hasta flamenca, con un olé Olentzero extemporáneo. Se entiende su sentido global, con ese toque de mixtura a lo Kepa Junkera y el lema Zorionak guztioi, que suena algo mendaz en esta época de frentismo antiabertzale y desnaturalización de ETB; pero es una magnífica pieza audiovisual.
En Intereconomía han dispuesto un christma tan ñoño que ni el Opus Dei lo firmaría. Se ve a una joven pareja que deambula por la noche solitaria. Ella, embarazada, siente los dolores del parto inminente, por lo que su marido llama a puertas y timbres pidiendo ayuda. Nadie les cobija y la chica da a luz en la calle bajo una marquesina, cerrando este mensaje: "Después de 2.000 años Jesús sigue buscando casa. La tuya. Feliz Navidad". Un poco de verosimilitud, oiga: Cristo nació en un establo porque había overbooking en las posadas de Belén y hoy hasta el más mezquino llamaría a SOS Deiak ante un caso como este. A la ultraderecha ni la Navidad le inspira buenas ideas.