Belén Party

ME aburre, como a usted, hablar de Belén Esteban, omnipresente, vulgar y tan española; pero es lo que hay en la tele: Belén cada mañana, tarde, noche y fin de semana. Telecinco, líder absoluto en Euskadi, es Belén Esteban y poco más. Y no es que esta señora sea una mina; es el síntoma de una patología más grave de lo que cabía imaginar: el mal de una felicidad consoladora que nace de la adictiva observación de los males de otros. Ambrose Bierce lo anticipaba en su célebre Diccionario del Diablo, al definir la felicidad como la "sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena". Obviamente, la Esteban es un narcótico patrocinado por los poderes públicos.

Lo acontecido el pasado miércoles fue un chute vertiginoso, un paso más hacia la iniquidad social. A la princesa del pueblo le hicieron un traje a medida, que por no titularlo Tengo una pregunta para usted le llamaron España pregunta, Belén responde, una forma raposa de eludir los derechos de autor de TVE (subsidiarios de la francesa TF1) que ya ha presentado una demanda por plagio ante los juzgados mercantiles. Calificar este espacio de circo, parodia o bufonada sería misericordioso. ¿Qué significado tuvo para los tres millones de personas que lo siguieron? Ver a esta pobre chica pontificando sobre emigración, paro, religión y educación como si fuera una líder política era una incitación al suicidio, un rabioso vomitivo y, en última instancia, la expresión de la ultraderecha moral hispana, el Belén Party.

Belén Esteban acabará mal, arrollada por su personaje y por las devastaciones inherentes al mismo. Declinará poco a poco, después de ser elevada a la categoría de icono durante unos años. Cuando esto ocurra, la tele ya habrá fabricado nuevas máscaras para el ocio popular y nadie -ni el voluble share, ni el cínico Vasile- se acordarán de ella. ¿No tiene Belén un amigo que la rescate de su amargo fin? Definición diabólica de amistad: "Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta".