Corría el año 1995. Por entonces, en mi agencia nos encargábamos de las promos (los anuncios de los programas) de ETB y la comunicación corporativa de la cadena. Y como en la retórica publicitaria se tolera el retorcimiento virtuoso de los argumentos, creamos una campaña en la que sumábamos las audiencias de ETB1 y ETB2 para habilitar el liderazgo de la televisión vasca por delante de Telecinco. Era técnicamente discutible, pero pertinente porque mostraba una certeza sociológica. Los diarios del grupo El Correo (ahora Vocento), que por entonces tenían una relevante participación accionarial en Telecinco, censuraron el anuncio y no permitieron su publicación aduciendo frente a nuestra airada protesta que aquella suma aritmética era una desviación metodológica conceptualmente inasumible y que la agregación de audiencias, por heterogénea, concluía en un mensaje tendencioso.

Quince años después, el pasado martes, El Correo difundió una información en la que, con soporte de coloridas gráficas estadísticas, enfatiza el liderazgo de la emisora de Berlusconi y, ¡oh sorpresa!, ubica a la televisión pública vasca en tercera posición con un 11,9%, producto de la suma de las audiencias de sus tres cadenas. Bienvenidos a la sociología, colegas de Vocento. ¿Por qué ahora vale un método que antes era falaz? ¿Y por qué no han añadido a los registros de Telecinco los correspondientes a sus filiales, La Siete, FDF y la teletendera Cincoshop? La explicación se encuentra en la obstinada defensa de la gestión de Surio en la que ese grupo mediático está comprometido. El fondo del asunto es político, toda vez que los resultados de ETB son un vector del Gobierno vasco y del pacto PSE-PP.

En la historia de los amores ridículos (tema que mereció una brillante novela de Milan Kundera) ninguno lo sería más que la pasión española de la transversal pareja Vocento-ETB, en la que uno le suma las audiencias para mitigar la cruda realidad y el otro le resta competencia. Vocento ama a ETB porque le quiere más débil cada día. Que se besen.