EL conquistador del fin del mundo, gracias a unos picos de audiencia del 26%, es uno de los pocos programas que les permite conciliar el sueño a los directivos de EITB. No es de extrañar que, para rentabilizar este éxito lo más posible, la noche de los lunes emitan un debate que analiza, al estilo de Gran Hermano, los pormenores de la jornada anterior.
Oficia este revival Iñaki López, una especie de seminarista en medio de un akelarre de boy scouts gritones y malhablados que hacen las delicias de los iniciados. Porque, para ver este programa tienes que ser de la secta o no te enterarás de la misa la media, ya que de pronto se refieren al "episodio de la gallina" sin entrar en detalles y al espectador sólo le queda la opción de hacer cábalas sobre lo que eso puede significar en la Patagonia, entre tanta testosterona y endorfina mezclada con el hambre.
El lunes, el invitado especial era Pedrán, uno de los concursantes expulsados, que por su comportamiento y convicciones morales podría formar un dúo con el Cobra y debutar en el congreso de la IV Internacional Machista-leninista.
El muchacho llegó a caballo al estudio y fue presentado como "el cherokee de Andoain". Entre exabrupto y exabrupto, y tras poner a caldo a unos cuantos de sus compañeros, se dedicó a impartir cátedra sobre su peculiar concepto de las mujeres. Así consideró que si dos de ellas se están pegando "es bueno dejarlas, porque eso les relaja". Más controvertida fue su opinión sobre Maite, una de las conquistadoras, de quien dijo que "se pasa el día restregándose las tetas delante de los demás", para puntualizar acto seguido que "eso sí, tenía la camiseta y el jersey puesto". Fue debidamente contestado por Dulce, la única fémina presente.
Lo más divertido para el neófito son los vídeos de las continuas broncas de Korta y Oyarzabal, esos dos gremlins capaces de cualquier cosa por ganar. El lunes descubrimos que no sólo les afecta el agua y el fuego, también el vino. El movimiento sexy de Juanito, impagable.