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Las sábanas tendidas en el suelo

SON los descendientes de aquellos navegantes pobres, miedo y escarlatina, que embarcaron allende los mares. Claro que es la familia venida a menos, porque para ellos no hay una tierra prometida sino un mundo de cartón piedra: el tetra brick de vino y los viejos cartones de tabaco que les guarecen de la fría baldosa de Bilbao. En 2010, Bilbao se acerca a registros de plusmarca mundial: un sin techo al día. Llegan a tropel y, como si pudiese verlos desde el pasado, García Lorca escribió para ellos, para los desterrados del mundo, unos versos que duelen como puñales:

El veinticinco de junio

abrió sus ojos Amargo,

y el veinticinco de agosto

se tendió para cerrarlos.

Hombres bajaban la calle

para ver al emplazado,

que fijaba sobre el muro

su soledad con descanso.

Y la sábana impecable,

de duro acento romano,

daba equilibrio a la muerte

con las rectas de sus paños.

Velan las instituciones para no tener que tender sábanas en el suelo pero no hay refugio para tanto apátrida de la vida segura y el riesgo esta ahí, a la vuelta de cada esquina.

En algún paso hemos equivocado el manual de instrucciones en esto de la convivencia y me temo que no hay marcha atrás que arregle el estropicio. Muchos de quienes se han visto afectados por la avería tienen ya los cables pelados. Se trata de evitar que suba la creciente nómina de desarrapados y que un tsunamide gente derribada por los suelos, como si fuesen piezas de ajedrez perdidas, nos inunde las aceras y el ánimo.

Dicen que la crisis económica y el devastador y voraz divorcio han propiciado esta punta de lanza. Frente a la floreciente arquitectura de Bilbao se levanta un silencioso ejército de pobres que son la letra pequeña que palidece las luces de neón de la villa. No es fácil de leersu desventura ni la historia que les arrojó a este mar de asfalto. Aún queda invierno y es de temer que alguno caiga bajo el sudario antes citado. Los ves en la calle, encogidos para esquivar el frío, y piensas: ahí están, dormidos pero sin sueños.