El viernes 28 de noviembre, en el cementerio de Zallo (Gernika) se homenajeaba a los supervivientes del bombardeo de la Villa. La presencia del presidente de la República Federal de Alemania D. Frank Walter Steinmeier era un hecho muy significativo. Iba a renovar el gesto que, en 1997, tuvo su homólogo Roman Herzog al pedir perdón por la masacre que la Legión Cóndor de la Alemania nazi realizó sobre Gernika el 26 de abril de 1937. 

También apareció por allí, con cara de póquer y sin despegar los labios, el hijo del emérito y heredero del Franquismo. No sabemos a qué vino. ¿A provocar? ¿A ver qué pasaba? ¿A lavar la imagen de la monarquía?

El caso es que la organización del evento, entre ellos el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento, cometieron una gran torpeza y falta de educación y respeto con Emilio Aperribay, superviviente del bombardeo de Gernika, víctima de aquel cruel ataque con una trayectoria de reivindicación, defensor nato de la paz, de la verdad, la justicia, de la reparación. Una víctima que acude y se implica en casi todos los actos relacionados con la Memoria Histórica y se preocupa por transmitirla; alguien que se emociona porque tiene sentimientos. En el acto sólo había tres supervivientes: dos mujeres encantadoras y Emilio; hubo algunos, muy pocos son los que quedan, que quisieron asistir y no se les permitió. A Emilio le invitaron finalmente desde el Gobierno Vasco la víspera del acto a última hora porque yo, su hija, llevaba 15 días gestionando que él acudiera y entregar al presidente de Alemania un mensaje de agradecimiento por volver a manifestar su empatía con la Villa y repulsa por lo que sucedió hace 88 años.

Este mensaje se lo hizo llegar finalmente el cónsul de Alemania Michael John Voss, que se portó como un señor desde el comienzo de las gestiones y al que estamos muy agradecidos.

Y esto es lo que pasó porque lo pensaron así: “Bueno, te invitamos Emilio, eso es lo que quieres y creemos que te lo mereces, pero tú conformate con ir, nada más porque no contábamos contigo. Eso sí, que no se te vea, tú no existes, no tienes voz y no eres nadie”.

Hay categorías de víctimas. Hay víctimas importantes, y las hay invisibles. Hay víctimas que no hacen sombra a los políticos y otras que pueden ser incómodas. 

Sería coherente que los que fueron conocedores y permitieron aquello reflexionaran, aunque sea en su fuero interno y eso suponga no ser capaces de verbalizarlo ni reconocerlo abiertamente. Que fueran conscientes de que lo que hicieron fue un error, una torpeza y una carencia de valentía.

Emilio no olvidará lo que le han hecho aquellos a los que se les llena la boca cuando hablan de reconciliación y perdón.