Sirimiri, moja tontos, cala bobos, como más te guste llamarle. Es una expresión muy nuestra, que en España no la entienden, porque dicen que los vascos a la lluvia, le llamamos txirimiri, que suena a algo muy fino, y lluvia a las tormentas. También levantamos piedras y cortamos troncos, tiramos de una soga y bailamos zortzikos; nos cabreamos cuando nos toman el pelo y la palabra dada es sagrada. Nos fabrican guerras que duran demasiado tiempo, pero tiramos adelante trabajando juntos en las desgracias y en las protestas, mirando hacia adelante. 

Luvia fina es ese martilleo constante de bulos, mentiras, medias verdades que manejan los dueños de las redes sociales para atontar a la gente y voten a sus amigos, los de la pasta gansa, el trinque, la explotación, el puterío de lujo y cutre, la deslocalización de empresas y los fondos buitre, que se tragan la carroña de los pobres, no las delicatesen de sus colegas. Pero a pesar de todo que nos quieren vender, barato, nos gusta la lluvia fina para refrescarnos, para la huerta y el campo; nos gusta internet como fue la Biblioteca de Alejandría, universal, donde encontramos todo lo que nos interesa.