El de la guadaña ya te ha venido a ver, presidente Mujica, y aquí en la patria de tus ancestros te vamos a añorar por el ejemplo que has dado durante toda tu vida y más aún en tus últimos días. Humildad, humanismo, sencillez y honestidad. Qué tipo más grande. Qué distinto eres a tu homólogo del norte, un personaje analfabeto, ególatra, zafio y machista, quien seguramente desconoce hasta hoy quién has sido. Que los políticos de aquí y de allá aprendan de ti, querido Pepe. Descansa en paz.
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