Escuchaba y veía hace unos días las declaraciones de un conocido reportero que cubre la masacre de Gaza. Narrar en primera persona el que parece ser el definitivo y cruel genocidio, para la población civil gazatí. Y digo civil porque, conociendo el origen de este conflicto, el injustificable ataque de Hamás, ha sido la excusa perfecta del gobierno israelí y Netanyahu para borrar definitivamente del mapa cualquier vestigio, de este pequeño enclave palestino. Genocidio e impunidad, esas eran las palabras (si todavía queda alguna) en las que resumía el reportero la sangre, las cenizas, los miles de muertos y la última si cabe más vergonzante arma, el hambre y el férreo bloqueo, de la ayuda humanitaria, con las consecuencias trágicas que ya conocemos. Probablemente, la historia nos cuente algún día, este genocidio, “perdido” entre tantos otros sin ninguna memoria, ante la indiferencia y el silencio cómplice de esa comunidad internacional.