El pasado 24 de marzo, Hamdan Ballal, codirector del documental No other land, ganador de un Oscar, fue apalizado por un grupo de colonos israelíes. Sucedió en la localidad de Cisjordania en la que reside. Justo a continuación, se lo llevó un grupo de militares.
Lo liberaron al día siguiente, magullado y humillado.
No ha habido especiales actos de repulsa por parte de la Academia de Hollywood, solamente una carta independiente firmada por algunos actores.
A quién le sorprende: desde siempre, Hollywood ha sido la mayor herramienta de publicidad y propaganda del sionismo. Basta con ver la cantidad de películas que de allí surgen cada año, en las que se utiliza la memoria histórica y las particularidades de un pueblo para crear productos atractivos que quedan el inconsciente colectivo y hacen que el público mire con menos gravedad hechos inhumanos.
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