El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha para reconocer y rendir homenaje a todas las mujeres, queriendo reparar por mi parte y especialmente en aquellas que, a lo largo de los años, han dedicado su vida a cuidar a los demás sin esperar reconocimiento. En este día, es importante recordar a esas madres vascas que han trabajado incansablemente, muchas veces en silencio y sin el protagonismo que merecen, forjando una vida basada en la entrega y el sacrificio por los suyos.

De manera especial, se debe destacar la memoria de las primeras mujeres del hospital de Basurto, pioneras que, enfrentándose a numerosas barreras en un entorno mayoritariamente masculino, dejaron un legado de valentía, dedicación y profesionalismo. Ellas son un ejemplo de lucha, y su contribución al cuidado de la salud y a la historia de la medicina es innegable.

Es un recordatorio de que, a lo largo de la historia, las mujeres han sido un pilar fundamental en la sociedad, luchando, sin necesidad de grandes reivindicaciones, pero siempre presentes, fuertes y resilientes. Este día es una oportunidad para celebrar ese legado y seguir avanzando hacia un futuro donde todas las mujeres puedan ser reconocidas, protegidas y valoradas.