De pequeño soñaba con ser adulto con todas mis fuerzas para actuar con total libertad y alcanzar mis sueños. Ahora que ha llegado ese momento, todo aquello con lo que soñaba es inalcanzable. Porque no existe la familia sin una vivienda y no hay hogar sin un trabajo digno. Se vende la ilusión de que los jóvenes actuales tenemos más posibilidades de tener éxito laboral, que no nos esforzamos, que lo queremos todo hecho y que solo vivimos para costearnos viajes.
La realidad es que vivimos en una sociedad de jóvenes sobrecualificados donde la inflación, los alquileres y la deuda pública siguen subiendo; mientras que los sueldos permanecen estancos e insuficientes. Resulta imposible acceder a una vivienda ante requisitos tan exigentes como ridículos. Desde nóminas y contratos hasta avales y fianzas desorbitadas. Todo esto se desarrolla en un marco en el que la especulación devora todo a su paso y nos vende un modelo de coliving precario como la moda que ahorrará unos cuantos euros en los bolsillos de muchos jóvenes.
Ante esta situación, solo puedo resignarme a seguir siendo ese niño que soñaba con formar una familia y tener el trabajo ideal hasta que ese día llegue.