En el Consejo de Justicia del franquismo (1952-1975) no había separación de poderes: todo recaía en una sola persona (y sus adláteres). Le sucedió el CGPJ que, no nos engañemos, tampoco ofrece esa separación de e poderes deseable en cualquier democracia. Los partidos políticos españoles lo saben muy bien y en su persistencia por dominar la Justicia (ejem, ejem) se delatan. Claramente son osas que pasan cuando se cambia de régimen sin haber erradicado nada.
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