La carnicería en Gaza provocada por el sionismo es el preludio del fracaso de Israel soberbio y vengativo que creía que con la fuerza bruta, la ingenuidad yanqui y los silencios obligados de los ganadores de la II Guerra Mundial ocultarían los abusos de los judíos en 1948 en Palestina. Incluso se mostró arrogante ante su inútil protector, Biden, del que despreció sus instrucciones. También se equivocó, pues se permitió ignorar la denuncia de genocidio de Sudáfrica ante La Haya, censurando sus argumentos que han humillado los criterios de gobiernos de muchos países. Pero la reacción inesperada de Sánchez que se ha alineado con Noruega e Irlanda para hacer pública su intención de reconocer a Palestina, lo que ha provocado una reacción descontrolada de quienes son acusados de criminales de guerra que dirigen con odio la operación planificada de genocidio de Gaza. Las amenazas han subido de tono y han sido apoyadas por EE.UU. y veladamente por los principales países desarrollados presionados por los yanquis porque tienen mala conciencia por ponerse de perfil ante los nazis en Nurenberg, que condenó a Hitler y contó con la ignorancia voluntaria de los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial. Ahora que parece que Biden despierta de su letargo porque tiene las elecciones próximas, quiere mantenerse en modo ecléctico poniendo una vela a su dios y otra al diablo, cuando ya ha sonado la campana y Trump amenaza volver a la Casa Blanca, la opinión pública mundial ha doblegado el brazo de los gobiernos pro israelíes, el genocidio de Gaza va a ser el ocaso de Netanyahu y Palestina, miembro de pleno derecho de Naciones Unidas.