Las imágenes siguen en nuestras retinas: una potente narcolancha a toda velocidad arrolla, tras torearla, a una frágil embarcación en la que iba una patrulla de la Guardia Civil y dos agentes mueren en acto de servicio. Una tragedia que nos interpela: los narcotraficantes poseen mejores medios que los agentes de la ley, algo que como sociedad debería sonrojarnos. ¿Cómo es posible que quienes luchan contra el imperio de la droga salgan literalmente a jugarse la vida poco menos que a pecho descubierto? La prevención debe siempre adelantarse a las lamentaciones; esta fatalidad se podía haber evitado. No valen las declaraciones grandilocuentes a toro pasado, tampoco se soluciona con indemnizaciones a las viudas, la concesión de una medalla roja, pensionada, a título póstumo, ni con placas conmemorativa, tampoco con flores; no queremos mártires. Uno se pregunta cómo es posible que los PGE no destinen el dinero necesario para pertrechar a los servidores públicos.