El sainete llega a su apogeo: el Gobierno sabotea a la Justicia y la indulta. En cambio, Italia archiva las ocho "inverosímiles" denuncias falsas por maltrato porque estima que manipuló, con "personalidad patológica", a sus hijos "como escudos humanos" contra su padre, quien ostenta la custodia. Francesco Arturi nunca fue condenado por violencia machista. Su historia es un despropósito, mal asesorada y utilizada por las feministas de género. Víctimas reales: los hijos y el contribuyente, que paga la farsa organizada por los medios y los políticos que buscaron condicionar a los jueces.