El miedo provoca ciudadanos doblegados y dependientes cada vez más del Estado. El miedo provoca que ya no se razone ni se cuestione nada, produciendo ciudadanos zombis y aborregados que harán cualquier cosa que les pidas. El miedo no es defensa de nada y para el miedo, lamentablemente, no hay vacuna. A todos esos defensores de los confinamientos y jaulas por el bien común, me gustaría saber qué decisiones se hubieran tomado si no cobraran sueldos íntegros por estar en casa. NOTA DE REDACCIÓN. Las cartas no deben superar los 800 caracteres y deben estar identificadas. DEIA se reserva el derecho a la edición de las mismas.