Este es el trato que se nos ha dado a los ciudadanos y ha sido constante durante la pandemia del coronavirus. Nos han marcado flechas en el suelo, han puesto grandes carteles informativos de prohibiciones y autorizaciones; diariamente se nos ha dicho qué es lo que había que hacer; nos han retenido o confinado en casa. En definitiva, hemos sido tratados como parvulitos y, claro, es que muchos o algunos de nuestros comportamientos dejan mucho que desear. Se nos ha dicho que hay que llevar mascarillas cuando estamos ante un número elevado de personas y cada uno se lo ha tomado como ha querido, ver venir. Así nos luce el pelo. Mientras no veamos en el horizonte a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, cada uno a su bola. Esperemos que esta pandemia vaya mermando y no surjan brotes que nos hagan palidecer y confinar otra vez, pues las fieras cuando llevan mucho tiempo confinadas salen mucho más fieras que antes; perdón por la comparación, pero muchas acciones de algunos seres humanos, dejan mucho que desear. Es verano, todas y todos ansían playas y lugares de esparcimiento, lugares en los que abundan seres humanos. Tomemos nuestras distancias y seamos cautos, porque al virus ni se le ve ni se le siente hasta un tiempo pasado.