A mí me da miedo coger el metro cada día e ir a trabajar, con mis compañeros a un trabajo que nos obliga a ser presenciales. Por lo mismo, me cuidaré muy mucho de sentarme en una terraza o compartir tiempo de asueto con quien no sea parte de mi unidad convivencial. Supongo que todos los profesionales de la educación que están retrasando su incorporación a los centro escolares sentirán el mismo miedo que yo y también a ser contagiados por los niños y tampoco saldrán de tapas ni terraceo. Y si lo hacen pero siguen sin querer volver al colegio serán unos hipócritas. O caraduras.