En esta época de aplausos programados y tan merecidos, ayer pensé que aplaudiría hasta con las orejas a Amancio Ortega, por todo lo que está haciendo sin tener necesidad, por lo impermeable que es a la envidia y la difamación, principales deportes de un país en el que se pisotea al que triunfa. Le recomiendan los salvapatrias y adoctrinadores que no nos dé limosnas y que pague más impuestos. Desconozco el detalle fiscal de este señor, pero buscando y buscando, no soy capaz de encontrar persona física o jurídica alguna, que esté aporreando las puertas de Hacienda para reclamar una mayor presión impositiva. Ojalá otros en su posición hagan lo propio y se cultivara más la filantropía. Hoy por hoy, casi me parece más práctico que done bienes dirigidos muy directamente a cubrir necesidades obvias, que no la aportación de dinero en forma de impuestos que en muchas ocasiones acaban sufragando pecados de los mismos salvapatrias que citaba antes. Lo dicho, Amancio; como muchos de aquellos a los que ayudas, estarán en un estado que les impedirá agradecerte lo mucho que estás haciendo por ellos, hoy mi aplauso irá por ti.