Preguntan en un programa de televisión a una simpatizante de Vox (católica afroamericana de República Dominicana que está aferrada con ahínco y complejo mal disimulado a una bandera de España) sobre los inmigrantes irregulares que vienen huyendo de las guerras que hay en su país, la respuesta de la mujer es tajante: “Mala suerte”. Esto me hace recordar las palabras de su padre espiritual el Papa Francisco que dijo recientemente que “la pobreza no es una fatalidad; no bajéis nunca los brazos ante los efectos nefastos de la pobreza”. Por tanto, se entiende que ya no hay que resignarse a ella al haber dejado de ser un designio de Dios como hasta ahora lo solían transmitir para amansar a las clases más vulnerables de la sociedad. ¡Zasca en toda la boca fascista!