Hace ya algunos años (en 2014) una grave crisis sanitaria (la del ébola ) evidenció, una grave descoordinación entre las diferentes administraciones gubernamentales en la Comunidad de Madrid, donde se origino el grave caso de contagio de una auxiliar de enfermería, por el contacto con los misioneros españoles repatriados con la grave enfermedad. La nefasta gestión que se llevó a cabo por la Consejería de Sanidad fue cuando menos vergonzante. Nadie al parecer asumía su cuota de responsabilidad. Y ahora mismo se nos presenta otra crisis sanitaria esta vez en forma de bacteria “invisible”, la listeriosis , que se ha colado casualmente en un producto cárnico, comercializado por una empresa que, al parecer, presuntamente no sabía nada al respecto de unas bacterias “caprichosas”, que hasta el momento han causado tres fallecidos. Se vuelve a llegar de nuevo tarde y mal, a la hora de gestionar adecuadamente lo que atañe a la salud de las personas, de lo que se supone un sistema capaz y público. Entre que detecto el problema, el origen y declaro una alerta total, pasa mucho tiempo y con el descaro añadido, de que todo ha sido impecable. Pero es que somos (salvo honrosas excepciones) especialistas en escurrir bultos y responsabilidades, esta vez con unas molestas e “invisibles” bacterias.