Algunos políticos son como los futbolistas del regateo y de pase corto. Sin profundizar, sin esquema y siempre mirando el momento (inmediato) de gloria, jugando para la galería en vez de jugar para el equipo en busca del resultado final. Rivera y Casado, tanto monta, monta tanto? Cada uno emulando al otro, improvisando y buscando el rédito inmediato para su ego, pero sin marcar ni un tanto. Las jugadas, todas previstas y que ya se sabe por qué ala atacan (siempre por la derecha) y bordeando el fuera de banda, cuando no de juego. Ambos dos andan cual pollo sin cabeza. Cuando alguien del partido los contradice, se enojan y automáticamente, hacen la purga correspondiente y se rodean de súbditos leales y fieles que no dan el perfil, ejecutivas confeccionadas a su imagen y semejanza; una guardia pretoriana que les asegura paz dentro de sus trincheras pero sin altura de miras. Esto es, lo que equivale en fútbol a un regate en corto sin querer ver la jugada a medio ni mucho menos a largo plazo. Con esos planteamientos poco recorrido y desarrollo se le puede dar a un partido político. Son niñatos experimentados en repetir como cotorras siempre los mismos tópicos, con pretendida presencia mediática en imagen y en medios, actúan como trileros en esencia y sin el perfil que requieren partidos con un cierto bagaje. No se arredran en formar tríos con un esperpento de partido rancio de extrema derecha que está en las catacumbas de lo que se entiende un País democrático y todo por conformar gobiernos que, en su descalabro electoral les proporciona unos gobiernos viciados que les pasará factura, más pronto que tarde en futuras elecciones. Esta forma de hacer política no es la más adecuada para calar en la sociedad, en busca de un espacio que con esa mala praxis, dudo que lo vayan a alcanzar en mucho tiempo. ¿Se pueden permitir esos partidos la dinámica que están siguiendo? ¿Se pueden permitir algunos lobbies y poderes fácticos que los financian el dinero que están dilapidando sin obtener los réditos esperados?