En algun momento de su apasionada y agitada vida (siempre en defensa de las libertades), la histórica dirigente del partido comunista, la gallartina Dolores Ibarruri, pronunció una de aquellas famosas y combativas frases que sin duda siempre serán recordadas como un ejemplo de dignidad y buen hacer, no solo en las grandes batallas a la hora de elegir a nuestras y nuestros representantes en las instituciones que nos deben gobernar (parlamentos y ayuntamientos, ya sean grandes o pequeños): “El mejor guerrero no es el que triunfa siempre, sino el que vuelve sin miedo a la batalla”. No sé o quizás todavía ignoro si habrá batallas o guerreros y guerreras en las ya inminentes elecciones locales, forales y europeas, pero de lo que sí estoy segura es que así será en aquellos pequeños municipios, en los que no tienen tanta relevancia y cobertura informativa, donde muchos de aquellas y aquellos que aspiren a representarnos por supuesto que irán en la medida de lo posible a triunfar siempre, queriendo desde el respeto lo mejor para sus convecinos, pero sé que tampoco dudarán ni tendrán miedo en dar la batalla hasta el final, a lo largo y ancho de la geografía de nuestro País Vasco. Recordemos, pues, a esta gallartina incansable y combativa a la hora de votar en pueblos txikitos y en cómo defendió la libertad y dignidad de las mujeres. “Vasca de generosos yacimientos, encina, piedra, hierba noble, naciste para dar libertad a los vientos, naciste para ser la esposa de algún roble”, en el precioso poema que le dedicó el poeta Miguel Hernández.