Que haya tanta gente que pueda encontrar hermoso un portaaviones, que vea con satisfacción a sus hijos probando tanques y armas varias, que objetos destinados a la muerte de otros semejantes reciban tantos elogios, solo prueba lo poco que hemos evolucionado. Que además la falta de argumentos, de la mano de la mentira más descarada, lleve a algunos a tachar casi de proetarras a quienes no están de acuerdo con esta obscena exhibición de máquinas para matar, no hace más que reafirmar la pobreza intelectual y moral de estas personas. En cuanto al numerito de quien expresa su desacuerdo, decirles que el auténtico numerito lo protagonizan quienes hablan de normalidad en el despilfarro de recursos públicos tan necesarios en otras áreas. Les recomiendo la lectura -aunque temo no tengan la costumbre- de algunos trabajos sobre la desastrosa administración de fondos en el ejército, fondos que, por cierto, todos pagamos.