Así como la nieve es el cielo físico e inverosímil, el ajo es la tierra, la madre, la encina, la bellota, el almendro y la amapola. La cabeza de ajo es la cúpula, el Vaticano, Florencia, las cúpulas de San Basilio en la Plaza Roja, el cenit, el vértice. En trenza es la yegua guapa saltando obstáculos, la juventud brava corriendo en la orilla del río. El diente de ajo es la chispa del yantar diario, la alegría de estar vivo.