A raíz de las declaraciones del obispo Munilla sobre la celebración del Día Internacional de la Mujer, los miembros del Grup de Seglars i Rectors del Dissabte de Valencia consideramos que, en lugar de escuchar y sentirse interpelado por las diversas manifestaciones, oyó sus propios prejuicios de género, el rencor a las movilizaciones sociales y el menosprecio a las mujeres. Una vez más, su deriva ideológica ha originado estupor en la opinión pública, escándalo entre las personas cristianas y desconcierto entre los que confiamos en la renovación que promueve el Papa Francisco. Fuera del Evangelio no hay autoridad decisiva en la Iglesia, y solo habla con autoridad quien previamente ha escuchado la realidad. Al atribuir ese clamor popular al diablo, Munilla ha perdido toda autoridad. El 8 de Marzo el evangelio de Jesús estaba en la calle, en la defensa de la dignidad de las mujeres, que es la de todo el mundo. Munilla haría un gran servicio a la Iglesia española si dimitiera de su condición de obispo. Y, si no lo hace, Francisco tendría que cesarlo, si quiere que su proyecto de renovación no caiga en el vacío.