Lo de Rajoy es procrastinación o paciencia. Si observamos sus reacciones, bien pudiéramos decir que existen serias dudas de que su comportamiento ante acontecimientos, hechos y problemas pueda ser la procrastinación o la paciencia. Rajoy es el hombre que, sabe, puede y quiere esperar. Esa es su estrategia casi permanente y forma parte de su previsibilidad imprevisible. Y la practica con una perseverancia -y con un riesgo- que invita a interpretaciones diversas. Procrastinación es la postergación o posposición de la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Se trata de un comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad. Hay toda una amplia filosofía en el arte de saber esperar y que se sustancia en la paciencia, virtud cuya expresión bíblica se corporeizó en el santo Job. Vista su conducta con perspectiva, se ve cómo se ha ido librando con paciencia de todos los enredos en los que se ha metido o le han metido. Su lema bien pudiera ser no dejes para hoy, lo que puedas hacer mañana. Rajoy es el prototipo de procrastinador, capaz de quedarse mano sobre mano sin hacer nada en temas como el conflicto catalán, la corrupción, las peticiones de asilo formuladas por los refugiados, el acercamiento de presos, etc. ¡Vamos, que es un perfecto don Tancredo!, arte que practica con fina donosura.