El senador del PP Francisco Granados, presentó su dimisión irrevocable como miembro de su partido en la Cámara Alta, aduciendo "motivos personales". Un medio descubrió que tenía una cuenta en Suiza de 1,8 millones de euros no declarada. En una rueda de prensa con sus habituales contertulios de 13 TV e Intereconomía, quienes hicieron una encendida defensa de su limpia y dilatada gestión política, negó categóricamente que tuviera tal cuenta, pues la había cancelado en 2002. Manifestó que estaba muy tranquilo y que había conversado con Esperanza Aguirre, quien le había dado ánimos porque ella le apoyaba plenamente, pues concedía total credibilidad a sus declaraciones sobre su actuación en este caso. Añadió que los directivos nacionales de su partido le habían transmitido su apoyo total. En una nueva comparecencia ante sus compañeros de tertulia, volvieron a plantearle algunas cuestiones: ahora ya no se mostraba tan seguro al responder, afirmando que quizá aun tenía la cuenta en Suiza, que no lo podía asegurar y otras dudas que ponían en interrogación las circunstancias que concurrían en el asunto. Algún contertulio le dijo que en la cúpula del PP se ponía en tela de juicio la limpieza de su gestión económica y que parecía que había planes para dejarle que se hundiera, dado que se trataba de un caso más de corrupción. Granados lo puso en duda, pero ya no se expresaba con la contundencia que en él eran habituales. Pero sí amenazó veladamente a su partido afirmando que si "me quieren perjudicar, me van a encontrar". Está muy claro que Granados no tenía defensa ante un caso tan evidente. Estos personajillos que tuvieron la habilidad de buscar la protección de los barones, con el transcurso del tiempo se convierten en lastre a causa de su desmedida ambición; además de que son una bomba de relojería para su partido por lo que saben y pueden poner al descubierto para protegerse. Por eso su actitud altiva cuando responde que "me van a encontrar". Debería reflexionar sobre las bazas que posee para enfrentarse al PP, pues no olvide que "al que escupe al cielo, en la cara le cae". Señor Granados: los arrebatos de dignidad sobrevenida producen momentos de gloria efímera, pero tenga la mente fría y analice los riesgos que se deriven de sus arrebatos.
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