Hemos disfrutado de su sabiduría durante 97 años, aunque el disfrute mejor en pequeñas dosis. Santiago un hombre de una inteligencia, valentía excepcional, prudente y sabio que nunca discrepó de lo vasco. Otros en cambio lo vieron como la encarnación del maligno con cuernos y rabo porque decía verdades como templos a los que nunca acudía. Estos se habrían alegrado de su silencio prematuro a manos de Franco, del tabaquismo o cualquier otra contrariedad. 97 años, toda una hipótesis de que no hay Dios, ni eternidad, ni nada. Por eso les dolía cada día que pasaba vivo.

Aprendamos del ejemplo vital de un intelectual. Le endosaron con calzador para cuellos, cuando él con 21 o 22 años no fue el principal responsable, ni quizá el responsable en aquel caos de poder. Cuánto odio hacia este hombre cabal, inteligente, valiente, ateo, precisamente por todo eso.