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Estrategia del chipirón

A estas alturas de la película, en Euskal Herria no se entiende bien la exagerada presencia de ETA en los medios de comunicación a nivel estatal. ¿No va siendo hora de pasar página de esta triste historia, lo mismo que se ha hecho con los inolvidables crímenes del franquismo? ¿O, ahora que se nos deja, deberíamos empezar a homenajear públicamente a cada uno de los muertos en los bombardeos de Otxandio, Gernika, etc?

La impresión general es que se está queriendo tapar algo. Por ejemplo, el hedor que empieza a desprender la crisis social provocada por la maraña de escándalos políticos, económicos y financieros, propiciados desde la marca España. Las estadísticas confirman una y otra vez que, aquí y ahora, las preocupaciones de la gente se centran en torno a la supervivencia, con un mínimo de dignidad. Del temor a ser víctimas de un posible atentado hemos pasado a sentirnos auténticas víctimas de una estafa financiera criminal. No mata a tiros, pero hace que demasiada gente viva muriendo de hambre, ansiedad, angustia y desesperación.

Como la paciencia de la gente no es infinita, los ánimos se van caldeando y las protestas suben de tono. Había que ver la indignación de los accionistas de Bankia, en la reciente Junta General. En estas circunstancias el Gobierno Rajoy, con el agua al cuello y obligado a defender los dineros de sus votantes, tiene la imperiosa necesidad de ganar tiempo. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo entrar en juego la estrategia del chipirón. Esta cuadrilla de sesudos gobernantes parecen empeñados en mantener viva y bajo control a ETA, como si fuera un calamar a su servicio. Así, cuando les conviene pueden utilizar la negrura de su ya obsoleto tinte para camuflar toda clase de trampas y marrullerías. Y en esas estamos, intentando distraer al personal con homenajes, juicios y detenciones sin fin. Basta ya de palabrería y juegos malabares. Llega el momento de exigir responsabilidades y de hacer aflorar las montañas de dinero, más negro que el tinte de chipirón, capaces de ahorrar mucho sufrimiento a la buena gente.