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Fueros y Juntas Generales

La publicación de dos artículos sobre los montes bocineros para la llamada a Juntas Generales de Bizkaia y el funcionamiento en líneas generales de estas, cada uno con la matización de quien lo ha escrito, han resultado bastante esclarecedores acerca de los usos y costumbres de la legislación de las comarcas vizcainas cuando los fueros estaban en plena vigencia, antes de su derogación durante el siglo XIX.

John Adams, segundo presidente de Estados Unidos, pudo comprobar viajando por Europa y tomando ejemplos de los sistemas legislativos existentes en este viejo continente, que disponíamos de sistema asambleario propio, basado en nuestros fueros vizcainos, supuestamente similares a los de las otras provincias vasco-españolas.

Los gobiernos autónomos del siglo XX, como intento de descentralización de algunas responsabilidades que el reorganizado Estado español consideró oportunas y aceptables transferir, son difícilmente comparables con la capacidad legislativa que los usos y costumbres con los que los antiguos fueros dotaban a la Juntas Generales.

En las próximas elecciones de la CAV, ahora que la ciudadanía va a poder elegir nuevamente la opción deseada, el señor Basagoiti sugiere que habría que adecuar la legislación electoral para que puedan votar quienes habiendo sido víctimas de cualquier amenaza o extorsión terrorista, han tenido que abandonar nuestros territorios durante años, y que se según él, podrían superar la cantidad de 200.000 personas.

La amenaza terrorista de cariz más traumático y con efectos expansivos en las familias ha sido aquella que ha afectado a cargos de concejal desde aproximadamente mediados de la década 90, como el atentado de Ermua. Ese menor periodo de años trágicos, ante una hipotética contabilización de personas huidas y con derecho a voto, ofrecería una proporción menos abultada, alrededor del 10 al 12% de la cantidad mencionada.

La intencionalidad política ha quedado patente. Antes fue ilegalización, ahora es alterar el censo. Los políticos debieran aclarar cómo vota un emigrante, si es por doble nacionalidad, con lo que solo podría votar en un país, o si existe alguna otra legalidad internacional menos conocida. Hipotética o no, la probabilidad reivindicada por Basagoiti y el PP se antoja excesivamente abultada y bastante poco creíble y practicable.