Aunque el comportamiento de nuestra afición y su convivencia con el rival en la pasada final de Copa fue, una vez más, ejemplar, me gustaría dejar algún comentario.
No hablaré de la negativa del Real Madrid a ceder sus instalaciones, ni de su banal explicación. No hablaré de la convocatoria a la manifestación el mismo día de la final ni de los argumentos, al parecer de derecho, que nos regaló el TSJM en posterior recurso para autorizarla. No hablaré de las provocadoras y pensadas manifestaciones de Esperanza Aguirre en torno al himno español. No hablaré del regalo de Ana Botella no autorizando la utilización del Athletic Hiria el jueves 24, ni de los argumentos esgrimidos. No hablaré de las facilidades que tuvimos los seguidores del Athletic que nos desplazamos por carretera con obras y desvíos en fecha de desplazamiento masivo. No hablaré, por último, de las infantiles sanciones de la Guardia Civil de tráfico por esgrimir nuestras peligrosas señas de identidad en los vehículos, ni de la injustificable actuación de la Policía Nacional y personal de seguridad en los accesos al campo con humillantes cacheos y aglomeraciones que produjeron situaciones verdaderamente dramáticas.
Pero sí diré que no conseguirán con estas actuaciones que nuestra afición deje al Athletic sin su apoyo ni que el aumento de decibelios acalle nuestras voces.