Aunque no dudo de que a más de uno se le atragantará esta consigna, creo que es ahora cuando refleja verdaderamente la realidad.
No solo los abertzales en su conjunto sino que, incluso, cualquier unionista español de bien, apoya la decisión de ETA de parar la violencia. Y lo apoya, pese a que buena parte de sus dirigentes se empeñan en desacreditarla porque, sin pensar que es la ideal, prefieren esta situación a la anterior.
Se busca la provocación para boicotear la tregua y para ello no solo no cesa el castigo extra a los presos y sus familiares (castigos añadidos que nadie pronunció cuando se falló su sentencia y que suponen más una venganza que una sanción penal), sino que aumentan las detenciones indiscriminadas y las imputaciones fantásticas; se recortan asimismo la libertad de expresión y de reunión y echan humo los servicios de propaganda y manipulación. Vano intentos de reventarla (espero) que solo consiguen dejar al descubierto lo endeble de la democracia española, más asimilable a la de los regímenes del Magreb que a la de sus vecinos europeos.