Una de las maneras de resolver el estancamiento o el retroceso, es decir, la crisis de afiliación en los partidos políticos era la de integrar independientes en todas las estructuras... mientras esperábamos que cambiaran las tendencias. Otra de las maneras de resolverlo era trabajando las bases para mantener, potenciar e incrementar la afiliación, armonizando y dando fuerza y proyección de futuro al partido.
De cualquier forma, resultaba obvio que siempre había que trabajar las bases, lo cual -ya lo sabíamos- suponía, a veces, un esfuerzo bastante más duro (es trabajo de hormiga, trabajo constante y con metas fijadas a la larga) que trabajar las ruedas de prensa y facilitar con inmediatez titulares a cuatro columnas que podían ir acompañados con fotos a media página.
El problema, desde mi punto de vista, residía en que el líder político del momento mostraba propensión a potenciar su figura de líder mediático, tendía a fortalecer esa figura en los medios, buscando las relaciones precisas para que así fuera, incluso forzando un poco las situaciones para encajar las oportunidades de réplica y de nuevos titulares?
No nos podíamos quejar, pues, de que había crisis de afiliación en los partidos llegándolo a considerar tan inevitable como inexplicable. Llegándolo a considerar una especie de signo de los tiempos, cuando las élites que los dirigían se dejaban caer continuamente en el mullido sofá de su proyección mediática; mullido sofá al que los propios mass media les invitaban con regalía.