La unánime condena decidida por un jurado de Nueva York contra Donald Trump por delitos que podrían suponerle 4 años de prisión es, curiosamente, una nueva victoria del magnate-candidato.

El caso más morboso y menos importante de los que le salpican le permite construir su imagen de mártir acosado por el sistema, lo que tiene su chiste ahora que se han puesto de moda los anarcocapitalistas, que es un modo curioso de definir a un buen puñado de tipos antisociales patológicos. Yo, cuando veo el típico gesto de Trump asintiendo con los labios apretados y el mentón hacia arriba, me acuerdo de Mussolini. Esto puede indicar que, visto un autócrata populista, vistos todos o simplemente que va uno para talludo porque yo creo que esto no le pasa a nadie más. Al menos no a esos seguidores que le ven como el mesías que mejorará sus vidas o, al menos, empeorará las de los no son sus iguales y tienen la culpa de que no vivan mejor. ¡Ahí va!, igualito que Benito.

Siendo triste, aún es peor constatar que entre quienes le aplauden hay una legión de individuos que saben de sus fechorías, de lo que está dispuesto a hacer para medrar y del aplastamiento de la convivencia sobre la que pretende alzarse en su beneficio; esos que, sencillamente, harían lo mismo con sus prójimos si pudieran.

Entre todos ellos y junto al círculo de intereses milmillonarios que vive en la misma torre de marfil que el magnate, le van a hacer presidente en noviembre. Donde algunos vemos a un tipo infiel que paga por ocultar sus aventuras sexuales, otros al triunfador que ha logrado lo que todo machote que se precie buscaría; donde aflora el arrogante que alardea de poder liarse a tiros en la calle sin consecuencias, algunos ven un líder carismático que se enfrenta al sistema. El sistema a batir, por cierto, es el entramado de normas democráticas que deberían poner freno a esas actitudes.

Ante la sucesión de fracasos de los candidatos independientes en el pasado, Trump se compró el Partido Republicano. El mismo que impulsó la abolición de la esclavitud, oiga, degenerado hacia el populismo de la noticia fake, en manos de un caudillo al que su condena solo sirve para que corran a llenarle los bolsillos de dinero para su campaña electoral. Un ganador.