En política es demasiado frecuente el fenómeno del recién llegado: quien adopta un papel de primera línea política ante la opinión pública sin haberlo hecho antes, piensa que con él empieza todo, que sus ocurrencias son en sí mismas un nuevo modo de hacer política y que un buen discurso retórico sustituye las pautas tradicionales del negocio.

Pello Otxandiano no es un neófito pero le han construido una imagen de renovador de la política sin deudas del pasado -aunque las tiene y chirrían como cadena de espectro-. En ese papel, esta semana ha hecho un discurso inverso sobre la que amaga con una acción política dura, monolítica y refractaria de las propuestas de acuerdo que vengan del Gobierno PNV-PSE. De hecho, en lugar de admitirlo ha pretendido presentarlo como una consecuencia de que no se cuente con él en ese acuerdo de gobierno.

Por partes. Al líder de EH Bildu le falta credibilidad para ofrecerse como actor de un consenso si pocas horas antes su portavoz, Nerea Kortajarena, ya le ha investido públicamente como líder de la oposición. Un acuerdo de Gobierno se firma entre socios de Gobierno, no con quien te quiere sustituir. Las políticas de interés nacional se pactarán a continuación ampliando el abanico de agentes partícipes, como hizo el gobierno saliente de Iñigo Urkullu sin necesitarlo. Eso, siempre que asumamos que lo natural es que llueva hacia abajo y no al revés.

Otxandiano pretende algo que no es imposible pero sí improbable. En algunas zonas del Levante español, por ejemplo, el exceso de irradiación solar hace que el 90% de la precipitación no toque el suelo, se evapore y vuelva a ascender: o sea, que llueve al revés. Lo que ocurre es que es un fenómeno inútil porque toda esa agua no es aprovechable. Bien pensado, el relato del sucesor de Otegi puede ser la lógica consecuencia evolutiva de la política sólida a la líquida y, ahora, a la gaseosa. Yo no dudaría en acudir a ver el fenómeno, pero no le fiaría a él un suministro vital de agua potable que puedes ver en el aire pero no toca suelo. Y los mensajes del líder de EH Bildu tampoco. Si Otxandiano contemplara en serio una oposición a cara de perro no necesitaría hacer creer que su proyecto no es gaseoso, que es tan innovador que llueve p’arriba.