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Biribilketa

E-machistas

NOS preguntamos por dónde se nos está colando el machismo en una nueva generación que debería tener los valores y la información suficientes para respirar normalidad en las relaciones de igualdad. Ahí va una idea anecdótica.

Me hago cruces con la polémica de algunos streamers y gamers por el hecho de que la nueva edición del videojuego de fútbol más vendido haya incrementado la presencia de jugadoras y elevado el nivel de valoración de sus condiciones técnicas en comparación con los gladiadores del balompié y el marketing que les rodea. La cosa es que, muy indignados, un puñado de estos comentaristas de la intrascendencia que son capaces de robarles semanas de su tiempo a los más jóvenes –y algunos hasta vivir de ello–, ven inasumible que en el juego una Irene Paredes, pongamos el caso, le llegue a robar un balón a Leo Messi o que, más bien, la deje igual de sentada un regate del argentino de lo que le dejaría a todo un Sergio Ramos.

Yo entiendo que hay a quien le gusta más el fútbol masculino por físico o rápido, que no por más técnico ni táctico. Pero tengo la intuición de que los jugadores de e-sports y sus líderes de opinión se dividen entre los que quieren ganar a toda costa y los que piensan que de verdad están manejando a sus ídolos y no a una amalgama de rutinas, píxeles y algoritmos aleatorios; dibujos animados en un monitor.

Como nuestra masculinidad bebe de ser mejor que otro en algo, que a su equipo de estrellas le gane una rival surcoreana con un equipo de chicas les da cien patadas. Así creamos e-machistas que no saben que lo son y se indignan porque el juego... ¡no es realista! De mearse. Pero no os sintáis amenazados, chavales: no os gana –chico o chica– alguien más inteligente o más hábil, solo una red de fibra más rápida que la vuestra. Y todo el mundo sabe que si os stompea –os aplasta– es porque hace trampas.