LA pinza es más vieja que la tos. Los próceres mediáticos y políticos de la izquierda radical vasca y la derecha habitual española coinciden desde hace semanas en mantener abierta la caza del PNV con perdigón. No hace falta precisión en la bala cuando se caza con ráfaga pero nadie se hace cargo de recoger el plomo contaminante esparcido. Sucedió con el acuerdo que, no sé si se acordarán, tenía el PNV con PP y Vox. Lo juró y perjuró todo candidato y opinador afin a EH Bildu durante meses en las vísperas de las dos citas electorales de este año. Ahora toca silencio, no sea que la tonadilla repetida, en lugar de parecer verdad, acabe por dejar en evidencia el exceso de inventiva del cantautor. Es más fácil dejar que los sindicatos del sector público y semipúblico calienten el otoño de huelgas contra la ciudadanía que paga el entramado. Basta con que parezca que la huelga se la hacen al gobierno por nosotros.
A cambio, en el último mes anda la charanga que le compone los temas al PP más interesada en desgastar a los jeltzales por no apoyar a Feijóo. Que si el sorpaso de EH Bildu, que si la crisis de voto... Vamos, que lo de menos parece el trompazo anunciado del candidato a presidente, feliz en su derrota porque los suyos no piden su cabeza ya este mes. La derecha está más cómoda de paladín contra la izquierda soberanista y sus soflamas de unilateralidad que teniendo que explicar un proyecto nacional que espanta toda diversidad. La moto del diálogo de investidura de Feijóo con el PNV se gripó pronto y ahora se trata de vender a la parroquia –la propia, pero también la ajena– que más pierden los jeltzales con la derrota del líder del PP que él mismo.
En toda la diatriba desaparece la omnipresencia de Vox y se inflama la expectativa de Bildu para que los primeros no parezcan tan peligrosos. Y no juraría yo que no hay en esas huestes quien salive pensando en facilitar el desgaste de los de Ortuzar y alimentar el sorpaso de los de Otegi, soñando quizá con hacerse útil aritméticamente. Así que suenan salvas al aire que, aunque no den a nadie, caerán sobre las cabezas de todos.