El chiste del paciente y el dentista es universal. Todos nos hemos sentido pacientes dispuestos a agarrar por ahí al galeno. Trump y Xi Jinping no son excepción. Pero, después de agarrase de las partes pudendas mutuamente durante un buen rato, han descubierto lo que le podría haber dicho cualquier paciente de odontología: doler, duele igual y mejor que el profesional se concentre en su trabajo. El siguiente paso es asumir que, en el fondo, los líderes políticos deben ser dentistas, actuar con rigor y profesionalidad. Porque, si no, hay otros. Lo que no quita la satisfacción de darles un buen tirón de ahí antes de despedirlos.
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