No suscribo la censura. Secuestrar una publicación requiere una responsabilidad por parte de quien lo decide basado en un evidente daño a terceros. Lo demás es tapar bocas incómodas. Tampoco suscribo que la libertad de expresión lo admita todo. No todo es un ejercicio de libertad. Aquello de que la propia termina donde comienza la ajena suena a premoderno. Parece que ser libre es desbordar los límites propios y colectivos. No firmo. Ni creo en el derecho a hacer apología de la pederastia, o del racismo, ni de la autojustificación de un asesino. Es solo mi opinión.