Como si fuera otro truco de magia que nos deja boquiabiertos, los datos sobre el ahorro para la jubilación nos muestran una realidad tan sorprendente como preocupante. El mago de las estadísticas nos revela que el ahorro medio por persona en planes de pensiones apenas alcanza los 11.500 euros, una cifra que no llega ni para cubrir un año de la pensión media actual, situada en 17.600 euros.

Y, como en todo buen espectáculo de ilusionismo, el sistema de jubilación se sostiene sobre tres pilares que parecen más propios de un acto de funambulismo: la pensión pública (el gran pilar de la Seguridad Social), los planes de empresa (el pilar tambaleante) y los planes individuales (el pilar casi invisible). Pero, sorpresa, dependemos casi exclusivamente del primero, mientras los otros dos parecen haberse esfumado del escenario.

Llamadme loca pero, mientras España apenas ahorra un 8,4% del PIB en fondos de pensiones, los países de la OCDE multiplican esta cifra por diez, evidenciando un grave déficit en nuestra cultura del ahorro.

El Gobierno, cual prestidigitador, ha intentado dar un giro a esta situación promoviendo los planes de empleo y haciendo desaparecer los beneficios fiscales de los planes individuales. Sin embargo, como ocurre con los trucos mal ejecutados, el efecto ha sido limitado: aunque 600.000 trabajadores se han sumado al espectáculo de los planes de empresa, el desarrollo es tan lento como un mago sacando palomas de su chistera.

Y, como en toda buena función de magia, cuando descubramos la trastienda de esta situación, quizás los aplausos se conviertan en silbidos al ver las consecuencias de no haber ahorrado lo suficiente para nuestra jubilación. La conclusión es clara: necesitamos más que trucos de magia para asegurar nuestro futuro; necesitamos un cambio real en nuestra cultura del ahorro.