EL inicio de Aste Nagusia es un evento multitudinario, heterogéneo y colorista. El pregón de este año –¿es necesario?– tampoco pasará a la historia salvo por cierta polémica en su contenido, que suele ser unidireccional: hay a quienes gustó muchísimo –a los suyos, como siempre, que para eso se elige protagonista– y a quienes no –a los demás–, más los indiferentes y despistados que, oh, solo van al txupin de unas fiestas. Y mucha pancarta estratégicamente colocada, mucha –pero mucha– bandera palestina y... ni una ikurriña, salvo la del mástil de la plaza. La institucional, vaya. Que ni tan mal, pero por comentar. l
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